Otoño cultural en Madrid

Un puente o un simple fin de semana es una buena excusa para acercarse a Madrid y visitar las distintas exposiciones temporales de este otoño, revisitar las colecciones permanentes de sus museos y aprovechar para tapear o comer castizamente. Desde cualquier lugar de la geografía española el Ave es el transporte más recomendable y su trazado centralista y radial, permite desplazamientos que no van más allá de las cuatro o cinco horas como máximo.
Una vez en la capital, el otoño es el tiempo ideal para sumergirse en sus museos y salir a tomarse unas copas por Malasaña, los alrededores de la plaza Santa Ana o pegarse una comida como Dios manda.
Esta temporada, lo más significativo son las dos exposiciones dedicadas al Surrealismo que se celebran en el Museo Thyssen y la Fundación Juan March. La segunda se titula Surrealistas antes del surrealismo y puede verse hasta el 12 de enero del 2014. Partiendo del Renacimiento muestra diversos pintores como Durero, Piranesi, Goya o Redon que se han aproximado al universo onírico del surrealismo. Es una buena muestra pero con obras de distinta calidad y contenidos generalistas que se contemplan con cierto desorden.
En cambio la exposición de la Thyssen, llamada El Surrealismo y el sueño vale mucho la pena, por la posibilidad de ver juntas obras importantes procedentes de distintos museos, de autores tan señalados como René Magritte, Ives Tanguy, Victor Brauner, Dalí y algún precursor como Odilon Redon. La muestra siguiendo la tendencia actual, no contempla ningún tipo de cronología sino que se esttructura en ocho bloques temáticos (turbaciones irresistibles, paisajes de una tierra distinta, …) que buscan reflexionar sobre el Surrealismo y el sueño.
La exposición cede el protagonismo a la pintura pero como es habitual en toda exposición surrealista se incluyen cortometrajes como El perro andaluz (Buñuel, Dalí 1929) o Emak Bakia (Man Ray, 1925), y segmentos de alguna película como El manuscrito encontrado en Zaragoza (W.J. Has, 1965), La Edad de oro (Buñuel, 1930 )o el clásico sueño de Recuerda (Hitchcock, 1945), con algún plafón del decorado original o páginas del storyboard.
Personalmente lo que más me gustó de la exposición fueron algunos cuadros de Tanguy como La geometría de los sueños, uno de Masson llamado En la torre del sueño y la constante capacidad visual de Magritte de quien ví obras que no conocía como El cabo de las tempestades o El arte de la conversación. El conjunto de las obras es importante en número, proceden de distintos museos del mundo y traza una buena antología del sueño y el surrealismo, dos conceptos indisociables. Tal vez sólo echo en falta cierto atrevimiento en la puesta en escena de la exposición. Siendo ésta del Surrealismo se contaba con la opción de darle un aire disparatado, onírico, transgresor, a partir de una transformación de las salas donde se exhiben los cuadros pero la Thyssen es un fundación de corte conservador, impecable en su colecciones pero poco dada al riesgo.
La cronología de una visita Madrid pasa por desayunar en lugar castizo. Si se va sobrado de presupuesto y se quiere ver a un dinosaurio antes de su extinción, el lugar es el Café Gijón, centro de la intelectualidad española desde los tiempos de la Generación del 98, con clientes ilustres como mi admirado Ramón Valle Inclán, entre muchos otros. Hoy el lugar se vé amenazado por el cambio del signo de los tiempos. A poco menos de quinientos metros, el Starbucks cercano al Hotel Avenida Palace, le ha robado protagonismo. El día que yo fui apenas había cuatro personas desayunando, algo que comprendí cuando llegó la factura servida en bandeja de plata por un camarero de riguroso uniforme blanco, con el total de siete euros por un croissant y un café con leche. Me acordé de la alcaldesa y su café con leche in de Plaza Mayor pero la verdad, yo todavía prefiero la decadente tradición de un desayuno en el Gijón.
El visitante globalizado y acorde con el signo de los tiempos, puede ir al café Starbucks donde le cobraran casi lo mismo por llevarse uno mismo la taza a la mesa y le ofrecerán wi fi gratuita para seguir pegado a una pantalla digital noche y día. Además, en el interior de esta franquicia se sentirá igual que si estuviera en cualquier otro lugar del mundo. Y cuidado, con no quemarse el paladar que el café lo sirven a temperaturas del averno.
Para mí uno de los mejores desayunos es el que ofrece el círculo de Bellas Artes que por unos seis euros te sirven el café con leche, acompañado de huevos fritos con bacon y chorizo. El edificio es una joya de la arquitectura Art Deco de los años treinta, ubicado en la céntrica calle de Alcalà 42. Los salones del bar son muy bonitos y tienen grandes ventanales que dan al exterior. En la azotea hay una terraza desde la que contemplar toda la ciudad.
Ya con una buena base en el estómago me iría primero a ver la exposición de la Thyssen para seguir con el museo del Prado, donde recomiendo seleccionar lo que se va a ver porque sino se puede caer en el síndrome de Stendhal. Contemplar unos doce o quince cuadros me parece una medida bastante sensata, porque el arte no se consume como fast food.
Mi ritual en el Prado es visitar de inicio las pinturas negras de Goya que inauguran la pintura de las vanguardias del siglo XX con cien años de antelación. Imágenes como el perro enterrado en la aren, El coloso o Las parcas son extrañas visiones oníricas pre-surrealistas y cuadros como Saturno devorando a sus hijos so el Aquelarre son puro Expresionismo. Por cierto, que nadie se asuste si al contemplar este último cuadro se encuentra con una invocación satánica consistente en un bote con piel de serpiente y otros extraños mejunges. Se trata de una exposición temporal postmoderna llamada Historias Naturales, de Miguel Angel Blanco.
Siguiendo con Goya se deben visitar los cuadros de la revuelta del 2 de Mayo y los fusilamientos del 3 de Mayo que se exponen conjuntos, un ejemplo de cómo la pintura narra la história y del sentimiento Romántico como exaltación de una nación que se subleva ante las tropas del rey francés. Por último y no por menor importancia, no seria bueno marcharse sin ver alguno o todas esas obras maestras de Velázquez como Las hilanderas, Los borrachos o Las Meninas que como el buen cine, no se agotan nunca por muchas veces que uno los haya visto. Recomiendo insistir en los clásicos que visitar la exposición temporal llamada Velázquez y la familia de Felipe IV me pareció muy aburrida. Algo mejor es la otra llamada Roma en el bolsillo pero para mantener la línea surrealista de este otoño madrileño yo acabaría la visita al Prado con El jardín de las delicias del Bosco.
Al salir, probablemente agotado, tomaría un taxi hasta la calle Cochabamba 13, para entregarme a los placeres de la comida asturiana tradicional del restaurante De la Riva, regentado por el inimitable Pepe de la Riba que es de aquellos que te recita la carta de un tirón, en un espectáculo de contundencia anti-nouvelle cousine. Perdiz a la cazadora, revuelto de boletus, rabas, las clásicas pochas con almezas, la merluza al pil pil… Y de postre cuajada para acabar con un buen digestivo que permita estirar las piernas. El día de mi visita, todo eran hombres hasta que finalmente, llegó una mujer que debía sentirse algo extraña. Comidas de empresarios, pulcros, engominados y de toda la vida. Gente del mundillo del espectáculo como Pepe Navarro y en las paredes una exposición temporal de bicicletas de colección, a la espera de la próxima que traerá obras de Fernando Alcolea al comedor del De la Riva, puro arte culinario y en el trato del cliente a la vieja y buena usanza.
Por la tarde, completando este tour cultural museístico de Madrid la visita ineludible es el Reina Sofia para contemplar buenos Dalí y Miró, además del Guernica, una obra que aunque rodeado de japonenes y guías parlantes conmueve inevitablemente. La sala donde se exhibe presenta fotografías de su larga historia en el exilio americano y sus tours por el mundo hasta que a principios de los ochenta y libres ya de toda dictadura esta obra maestra de Picasso pudo volver a España. Todavía recuerdo con emoción, cuando recién llegado el cuadro mi madre me llevó a verlo, contándome todo aquello que suponía. Era un soplo de aire, viento de libertad, acompañado de justicia histórica en forma de puro arte, la expresión del compromiso político de un artista que con este y otros cuadros se ganó la inmortalidad pero para quienes sufrieron la dictadura el Guernica siempre será algo muy especial. En aquel entonces, yo tan sólo era un niño alucinado de las colas que había para ver el cuadro entonces expuesto en el Caserón del Buen Retiro.
En este momento el Reina Sofia tiene una buena exposición temporal dedicada a la fotografía documental de Chris Killip que merece la pena. Si todavía quedan ganas de ver más arte se puede finalizar el recorrido en la fundación Mapfre para ver la exposición Fotografía, pintura y moda pero yo me reservaría algunas fuerzas para la noche madrileña y su inacabable oferta de bares de tapas, copas, pinchos, porciones y lo que uno quiera. En mi caso cuando estoy en Madrid me tira lo castizo, así que lo que ilustra la foto sería más o menos el lugar que visito. Más tarde, cuando se trata de copas más sofistidas me acerco hasta el Viva Madrid, cerca de la plaza Santa Ana.
En cuanto al hotel, me habían recomendado el hotel de las letras pero por algo menos, apenas cien euros la habitación doble descubrí el hotel One Shot 23, ubicado en la calle del Prado 23, a apenas dos pasos de la Thyssen y el museo del Prado, también cercano al Reina Sofia. Lo recomiendo porque parece acabado de estrenar y aunque no tiene servicio de bar, cuenta con habitaciones de diseño y duchas alucinantemente espaciosas. Alguno tal vez se sentirá incómodo de tanta modernidad pero no se asusten si ven que apretando el mando a distancia el espejo se convierte en televisor. Según como se mire se puede tomar como una extensión a la visita museística porque además de dormirse bastante tranquilo puedes sentirte como en una instalación de arte contemporáneo.
No sé si Madrid será algún día olímpica pero sin sumarme a la fácil mofa de su alcaldesa, sí pienso que ésta erró al no considerar el potencial que Madrid tiene como capital artística y museística.
La ciudad es mucho más que copas y cafés con leche en la preciosa plaza Mayor. En lo que estoy totalmente de acuerdo, es en el carácter especial de su gente, muy abierta y con ese aire castizo mesetario. Madrid y sus exposiciones bien valen una visita cultural en otoño.
Alexis Racionero Ragué
Nota : La mayoría de exposciones que he citado pueden verse hasta principios de enero. Casi todas ellas aparecen escritas en distinto color y cursiva porque clicando encima contienen el enlace que lleva directo a la página del museo con toda la información.
adoro el otoño en madrid, la plaza de santa ana, la parada de chueca,…
En este mundo tan sostenible y prohibelotodo cada vez me estoy volviendo más primitivo místico radical. Ya tendrás ocasión, las gripes pasan….
Hola Alexis,
¡Que buena la foto “castiza”! Me encanta… y si no hubiera sido por la maldita gripe, qué 3 días tan bien aprovechados para este puente otoñal!.
…otra vez será…
Lola
Ja, ja, la lotería de Madrid siempre toca! La plaza de Chueca me recuerda algunas noches de mi post adolescencia….
hola, alexis
La ciudad del oso y el madroño , ya es una antigua amiga , de pequeñas salidas en plan cultural y de ambito gastronomico , paso a comentar las exposiciones , que esta vez he tenido la suerte de poder visionar . el viernes me aproxime a una exposición particular : de la Fundación Lázaro Galdiano , que entre pinturas , tambien contiene piezas de escultura ,cerámica , vidrio ,medalleros y armas , , para mí lo mas intresante son unos España se tomó en Barcelona 10.11.1839.
Pero lo mas importante es comer en >Chueca , te tratan con una exquisitez .
Por cierto compramos loteria en la plaza de la mencionada Chueca.
Nos vemos el jueves.
Gracias Alexis por tu valiosa información.
Personalmente una lástima, ya que hace dos semanas precisamente estuvimos en Madrid y nos hubiera venido genial disponer de esta información.
Si bien el motivo de nuestra visita era principalmente el espectáculo musical de Mayumana, sí lo complementamos con actividades adicionales, algunas de ellas culturales, como la exposición temporal Japonismo del Caixaforum, la cual personalmente me encantó.
Gracias y tomo nota para la próxima visita a la Capital.
Saludos
Javi
Te animas a escribir un post sobre Lisboa o cualquiera de esas ciudades en las que has vivido. Tu eres una gran viajera!
Por mi culé que sea, Madrid es una ciudad con carácter y personalidad, dinámica y activa, en la que encima se come de cine, por no decir otra cosa.
En su momento, cuando estaban los Zidane, Figo y Ronaldo (el gordo) hasta llegué a ir al Bernabeu. Todo lo bueno me gusta venga de donde venga. Me parece que es algo que aprendes viajando, a no ser tan radical ni apegado a tu micromundo.
Alex, gracias! He tenido el placer de en pocos minutos recorrer Madrid por tus palabras …
Es siempre un placer
Besos
Puesto que se hace referencia a la azotea del Círculo de Bellas Artes, únicamente recomendar la azotea del ayuntamiento (Plaza de Cibeles). El edificio ya es interesante y sus vistas panorámicas también.
Personalmente creo que Madrid es una ciudad que merece ser visitada de vez en cuando, eso sí, sin pensar demasiado ni en el gobierno central ni en el fútbol, sobre todo si eres un gran seguidor de cualquier equipo rival. Son dos condiciones sine qua non para tenerla muy en cuenta y perderse por ella.