Las tierras de Escocia

Escocia fue el destino final del primer gran viaje de mi vida, aquel inter rail que tantos hicimos cuando teníamos apenas veinte años. A lo largo de un mes podías viajar en todos los trenes europeos y siendo uno mediterráneo, crecido bajo la influencia de la música anglosajona y el cine de Hollywood, mis referentes de aquel entonces podían ser los Dire Straits o los Simple Minds, ambos scottish, por no hablar del gran Rod Stewart y películas como Highlanders (Los inmortales, Mulcahy,88) o Local Hero (Forsyth, 83).
Así a finales del verano de 1990 descubrí las tierras de Escocia a bordo de un tren que tras conocer la bella Edimburgo y la industrial Glasgow, me llevó hasta Fort William, pasando por Dumbarton y cruzando el Loch Lommond de punta a punta, para meterse en un estrecho desfiladero desde Crianlarich que muere en los moors de Rannoch.El itinerario ofrecía ese mar verde de colinas ondulantes, una sucesión de lagos envueltos en misteriosas brumas y la épica de las montañas de las Highlands.
Al día siguiente me subí al Ben Nevis, la montaña más alta de Inglaterra, ascensión que se hace en apenas cinco horas, por una pista ágilmente transitada por esos ancianitos británicos, herederos de los hobbits, que se suben por todas partes. La cima está a apenas 1.343 metros pero se asciende desde el nivel del mar y la visión desde la cumbre recuerda pasajes de los Inmortales con el inmenso stochman Sean Connery ilustrando a Christopher Lambert cual caballero jedi.
Recomiendo subir al Ben Nevis, no tanto por la mitomanía fílmica sino para sentir eso que la mayoría de viajeros pedimos a las tierras de Escocia : naturaleza remota, bellas montañas entre un mar de lagos, parajes frondosos que pueden evocar la Comarca de Tolkien y sus criaturas o cualquiera de los cuentos de la infancia.
Escocia es dura, bella, solitaria, poco transitada y poblada en comparación con la vecina Inglaterra. Su carácter diferencial no sólo está en el orgullo y mayor simpatía de sus gentes sino en una geografía más montañosa y castigada por los vientos que la patria de la reina madre.
También es tierra de grandes escritores como R.L. Stevenson (La isla del tesoro / Dr. Jeckyll & Mr. Hyde), Walter Scott (Ivanhoe, Rob Roy, El talismán) o Conan Doyle (el padre de Sherlock Holmes). En sus castillos habitan fantasmas y viejas leyendas ancestrales.
La característica turba húmeda de la cuenca de sus ríos es la esencia de esa agua de vida que tantos bebemos, llamada whisky. La ruta de sus castillos y destilerías son dos de los posibles viajes a Escocia (que trataré en futuros posts) pero aquí recomendaré una ruta para el que pise por primera vez las tierras que el emperador Adriano quiso separar del mundo civilizado, con ese muro que hoy en día sigue inspirando sagas como la de Juego de tronos.
Hay lugares de culto como el lago Ness, la isla de Sky o el entorno del famosísimo castillo de Elean Donen pero mi consejo es alquilar un coche y perderse por sus carreteras secundarias que se dirigen al norte, en busca del corazón de las Highlands.
Mi carretera es A93 que desde Perth, cruza los desolados parajes de los montes Grampians con sus laderas de brezo morado, bajo finas tormentas de lluvia que van calando los cristales mientras uno piensa en dar un buen trago de whisky para calentarse el cuerpo. Aquí se han perdido desde tiempos remotos, héroes hitchckoquianos como el de Los 39 escalones o la actualizada versión de James Bond (Skyfall, Mendes 2013).
Desde Braemar, localidad con un bonito castillo, la carretera vira al este, siguiendo el curso del río Dee, pasando por la aristocrática zona del castillo de Balmoral, y el auténtico y diminuto pueblo de Ballater donde recomiendo hacer noche. Al día siguiente, antes de llegar a Aberdeen se pasa por Banchory donde se puede abandonar la carretera que conduce a la urbanita Aberdeen para finalizar en Stonehaven, en cuya costa está el castillo de Dunnottar una de las ruinas más potentes del país escocés.
Los más aventureros tienen otra opción más remota y desolada pero no menos fascinante que parte de Inverness y sigue toda la costa este hasta el extremo norte de la isla hasta Thurso donde tomar el ferry hasta las islas Orkney donde aguardan restos vikingos y misteriosos asentamientos prehistóricos que nada tienen que envidiar a Stonehenge. La carretera es la A9 y puede cubrirse la distancia en un día pero hay que llevar el depósito lleno de gasolina y calcular que el ferry hasta la Orcadas dura unas tres horas.
Las tierras de Escocia, son algo excepcional para el viajero que va en busca de perderse por una naturaleza verde, melancólica y no siempre soleada. Hay que estar dispuesto a sufrir el azote de los vientos, la lluvia y disfrutar de la soledad de las Highlands. Pero, no es eso lo que vamos a buscar?
Sé que hoy en esta aldea global y debido al impacto de la versión cine de El señor de los anillos, muchos viajeros que quieren encontrar esto se van a Nueva Zelanda pero no todos podemos o queremos llegar hasta las antípodas.
Quedan pendientes los posts sobre la ruta del whisky y la de los castillos, así como un comentario sobre su arraigado sentimiento de identidad nacional y proceso por la independencia.
Mientras espero que estos consejos despierten vuestras ansias de vagar y os animéis a perderos las las bellas tierras escocesas, uno de los lugares que más quiero en el mundo.
Texto y fotografía : Alexis Racionero Ragué
Nota : Las fotos tienen poco contraste porque son viejas fotos analógicas en papel que han sido escaneadas.
Recuerdo una postal que me enviaste donde el color de las montañas era totalmente lila porque era primavera y las florecitas cubrían las laderas. Luego, yo estuve en Escocia. Tras el festival de Edinburgo, Frances alquiló un coche y subimos hasta Inverness y pasamos dos noches en uno de esos “golfos” donde se mezcla el mar y el verde, todo en calma y con el cielo azul sin brillo, romántico. Me gustaríaa ver las fotos que no hice para recordar algunos nombres pero Escocia es un país con una fuerza tremenda y con unas raíces que parecen mucho más profundas que las de la Inglaterra que rodea Londres.
Les Highlands son també un dels meus llocs preferits. Tot i que no he viatjat gaire pel món, és un lloc on he repetit 3 vegades. Per mí, La ‘Local Hero’ també la tenia en VHS els anys 80 i la mirava de tant en tant. El blog del meu viatge fet ‘live’ al 2004 també hi ha fotos semblants, però amb pocs megapixs. També vaig visitar la platja que surt a la pel·lícula, on l’avi proposa vendre-se-la per tantes lliures com grans de sorra queben en un grapat. Fantàstic POST !!!
Les fotos analògiques li donen un aire molt adient a aquesta ambientació! Sembla un efecte buscat i tot!