LAS ROAD MOVIES y EASY RIDER

Las Road movies son más que un género cinematográfico, implican una filosofía de vida On the road, heredas de la mítica novela de Jack Kerouac y de las raíces mitólogicas de la aventura o el héroe de las mil caras que en el contexto americano desembocan en mito del Dorado o la conquista del oro.
El viaje como forma de conocimiento o mejor dicho autoconocimiento, ha existido de el origen de los tiempos y en el cine, westerns como la Diligencia (Ford, 39) o tantos otros mostraron viajes por la remota geografía norteamericana, al igual que clásicos como Sucedió una noche de Capra, ya podían mostrar el viaje de sus protagonista en transformación.
El sentido del viaje y de toda road movie es precisamente, la transformación, el cambio y maduración personal, algo que puede quedar perfectamente reflejado en road movies como Malas Tierras (Malick, 73), Alicia ya no vive aquí (Scorsese, 74), Thelma & Louise (Scott, 91).
En cambio otras como The Vanishing Point (Serafian, 71) Two Lane Blacktop (Hellman, 71) o Fargo (Coen, 96) pueden ser viajes fascinantes para el espectador pero con menor maduración o cambio en sus protagonistas, como también sucede en El diablo sobre ruedas (Spielberg, 71)
El nacimiento y esplendor de las road movies, llegó en los años sesenta y setenta cuando estas películas conectaron el sentir de la época y los aires de rebeldía y libertad.
La road movie supuso no tanto una huida sino un canto a la vida, al carpe diem, viviendo la vida al límite, disfrutando al máximo de cada momento. El viaje por las remotas carreteras era un pretexto para salir de la rutina, del establishment y conocer la geografía de un país gigantesco y de contrastes que se podía cruzar por la mítica road 66 o en un coast to coast.
Antes del cine, la road movie pudo ser novela como la ya citada de Kerouac o la fantástica Ponche de ácido lisérgico de Tom Wolfe, narrando las desventuras de Ken Kesey y sus Merry Pranksters a bordo de su autobús psicodélico.
En lo cinematográfico, dos películas esenciales del New Hollywood de finales de los sesenta, sembraron las pautas de toda road movie. La primera de 1967 fue Bonnie & Clyde de Arthur Penn que aunque se ambientaba en tiempos de la Gran Depresión, hablaba directamente de la contracultura hippie, de dos jóvenes que renunciaban a la vida programada en la oficina o el hogar para lanzarse a la vida on the road, como amantes y pequeños delincuentes, enfrentados al sistema.
La identificación del público joven que iba al cine, con la pareja Beatty/ Dunaway fue total y el film se convirtió en un éxito de público y recaudación, el mismo año que triunfaba El Graduado (Nichols, 67), otro film que sin ser road movie, conectaba claramente con la Contracultura.
Easy Rider (Dennis Hopper, 1969) se convirtió en símbolo de todo este periodo de revuelta y libertad con la imagen icónica de los moteros sobre las Triumph/Harley Davidson, cruzando los áridos paisajes de la América central. Ya desde los tiempos de Brando (Salvaje, Benedek, 53)) la moto se había convertido en símbolo de libertad, substituyendo al caballo del western.
El film de Hopper fue una producción independiente de la BBS, financiado con una aportación mayoritaria de Peter Fonda que junto al propio Hopper coprotagonizaba esta road movie, a la que sumaba en su tramo final, Jack Nicholson.
Como en Bonnie & Clyde la influencia de los nuevos cines europeos (Nouvelle Vague, Neorrealismo o Free Cinema) se hacía sentir en las libertades formales y el talante casi documental, notorio en escenas de Easy Rider como la curiosa visita a una comuna hippie. Mucha cámara en mano, cadencias no aceleradas, iluminación natural, improvisación y actores no profesionales daban forma a una película libertina y de espíritu libre que tal vez no está muy bien rodada pero encarna perfectamente una época en la que la música podía ser más importante y sobretodo, valoraba la experiencia vital.
Viendo la película se comprende lo que pudo suponer el rodaje o cómo esa secuencia psicodélica en el cementerio de Nueva Orleans está rodada bajo los efectos del LSD.
Como en toda road movie, lo importante no es tanto la trama o si llega al destino sino las etapas, los espacios y los personajes que aparecen. Desiertos, gasolineras, moteles de mala muerte, ermitaños, bandidos, mujeres descarriadas, alcohólicos, hippies, campesinos o policías a la caza son referentes y arquetipos de estas películas que se nutren del contraste de personajes, la sorpresa, la excentricidad y el descubrimiento de otras formas de vida.
En el caso de Easy Rider, el equívoco, muy europeo es pensar que todo lo que huele a contracultura es igual a hippie, algo bastante impreciso. En el film, Hopper puede encarnar el arquetipo hippie pero no así el resto.
Los hippies han quedado como cabezas visibles de un tiempo en el que los jóvenes quisieron cambiar el mundo y plantaron cara al sistema pero algunos fueron beats, otros yippies, otros moteros, algunos anarquistas… La contracultura americana que no estaba tan politizada como el Mayo del 68 francés los aglutinaba a todos.
Probablemente, Easy Rider no sea la mejor road movie de todas las que se han rodado hasta la fecha pero junto a Zabriskie Point (Antonioni, 70) es la que puede tener más valor histórico y testimonial de un tiempo que va camino de cumplir su medio siglo y convertirse casi en leyenda.
Pienso que es deber de los historiadores, el poder beber de fuentes como el cine o la música para comprender un periodo tan importante del siglo XX y así mismo poder trazar las conexiones con nuestros tiempos.
Viendo el film, muchas cosas habrán quedado desfasadas pero está claro que hoy toda la cultura backpacker y viajera es heredera de lo que aquellos easy riders despertaron.
Para el que quiera más información cinematográfica industrial recomiendo la lectura del libro Easy Riders, Ragging Bulls (how the sex.drugs and rock’n roll generation saved Hollywood).
Estais invitados al coloquio del próximo lunes 8 de febrero a las 18.30 en el Aula Magna de la Universidad de Barcelona (edificio histórico, plaza universidad) o al resto de proyección que seguirán con el ciclo hasta el mes de mayo.
Alexis Racionero Ragué
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