Lágrimas por Nepal

Tuve la suerte de conocer Nepal en el año 2004 y nunca pensé que vería algo que iba a desaparecer. Por fortuna pude escribir sobre las maravillas de Bhaktapur, Patan y Katmandú en el libro El ansia de vagar en parte de un capítulo que voy a colgar de forma pública en breve. Pienso que es lo mínimo que puedo hacer, además de colgar este breve post con algunas de las fotos que realicé en aquel viaje.
La noche del 25 abril estaba de celebración con unos amigos y poco podía pensar que mientras tanto se estaba viniendo abajo uno de los lugares de la Tierra que más me han impresionado junto al Tíbet o Birmania. Días antes, el anillo de plata que llevo como compromiso de aquel viaje a Nepal que me ayudó a superar momentos difíciles, se agrietó. Lo había comprado en Katmandú y no me lo quito desde entonces. Pensé que lo iba a reparar pero después del terremoto lo seguiré llevando con esta herida simbólica grabada en él.
Nada puede compararse a las más de cinco mil vidas perdidas que pueden ser más en los próximos días, ni en el desconsuelo de sus familias y población entera pero lo que desde aquí jamás podremos comprender es la serenidad y elegancia de una gente sencilla y noble en el más alto sentido de la palabra. Un pueblo de las montañas criados en las bases del budismo más ancestral que les ha inculcado el no exigir, no quejarse, no pedir nada a cambio, tratando de adaptarse a lo que sucede.
Es injusto que la tierra se cebe contra un país pobre como Nepal que se estaba recuperando de una monarquía absolutista, de un secuestro democrático y que vivía del campo, cuyas pérdidas son también terribles, y del turismo.
La bellísima Bhaktapur, patrimonio de la Humanidad, como gran parte de Patán, otra de los tesoros medievales del entorno de Katmandú han quedado prácticamente arrasadas. Se habla de la destrucción de unos cuatro templos por cada cinco.
Muchos eran construcciones de madera con tallas coloreadas de dioses del hinduismo, escenas tántricas o demonios y animales protectores. La inventiva de su sentido escultórico. la alegría en el uso del color, la sonrisa en los rostros en un arte que fusionaba un crisol de religiones y creencias, era fruto de esa naturaleza propia del Nepal de ser punto de encuentro o lugar de paso, en la alta montaña, entre la India y la China, como demuestran también sus edificaciones con tejados apuntados al estilo chino y fachadas con ornamentaciones y colores propios del arte hindú. En pocos lugares he visto una policromia tan desbordante, colorista y animada. Un arte que expresa el espíritu de su gente y su cultura milenaria.
Durbhar Square es la imagen de Katmandú, donde recuerdo en especial una pequeña capilla o chaitya como le llaman los nepalís, incrustada en la raíces de un árbol que se elevaba esbelto al cielo. El templo de Maju Deval, dedicado a Shiva o el de Mohan Nayan en honor a Vishnu.
A Bhaktapur la recuerdo como un conjunto superior a la Ciudad Prohibida de Pekín. Una ciudad estado, antigua capital del reino Malla nepalí del siglo XV, lugar de paso de las caravanas que iban de la India al Tíbet. Hasta ahora sólo había sido invadida por el turismo y era una joya absoluta hasta el devastador terremoto de hace unos días. Su obra maestra era el templo de Nyatapola de cinco pisos en forma de tejados apuntados, construida en el 1702.
Recuerdo perderme por Patan, después de la visita a Bhaktapur y sentirme abrumado por la calidad artística de ambas ciudades pero hoy lo que me viene además de las joyas artísticas son las caras de la gente, algunos de los cuales pude fotografiar con mi cámara, y pienso qué habrá sido de ellos?
Aquí buscaremos explicaciones y culpas, pensaremos en como sentirnos mejor. Enviaremos ayuda, dinero y todo lo que forma parte de nuestra cultura pero los nepalís el mayor tesoro que poseen es su cultura propia, su forma de ser, esa que tal vez podemos ver idealizada desde aquí pero que les enseña que vivimos en la eternidad, en el ciclo de samsara, en el que morimos para reencarnarnos, buscando algún día encontrar nuestra liberación.
Que el eterno sol ilumine a todos los que han perdido la vida, que el amor los rodee y la luz pura interior guie su camino.
Respecto al patrimonio perdido, algo se podrá reconstruir pero la tierra se ha llevado un tesoro que ya sólo podremos narrar, algo que no debe dejar de existir en nuestro imaginario para tal vez algún día ser capaces de construir maravillas como aquellas.
Alexis Racionero Ragué
Comentarios recientes